No me había dado cuenta realmente de que te ibas hasta que
vi tu silueta dibujada en el cristal, ya montado en el tren para partir…; esos
besos rápidos y fugaces en el andén; mis ojos ahogados en lágrimas y otra vez
ese nudo en la garganta… intento no llorar y hago tonterías para que me veas
desde tu asiento y te rías; arranca el tren y el corazón se me acelera,
mientras veo como coge algo de velocidad… cada vez te veo más borroso y
vocalizo un silencioso “Te quiero” al viento. En el momento en que dejo de
visualizar tu ventanilla sé que es el momento de marcharme de la estación; bajo
lentamente intentando retener conmigo esos momentos, imaginando a la vez el
momento de volver a vernos. Y me voy… y las lagrimas no me dejan en paz… te
prometí que no lloraría… de verdad que lo intenté!
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